El viento helado desviste las flores
una por una, en letal sucesión;
quita sus faldas de vivos colores
enardecido con fría pasión.
Tallos vacíos de dulces olores,
víctimas mudas de una rebelión;
quebradas y mustias lloran las flores
en la tierra seca de su prisión.
Los llantos conmueven al Rey del Cielo,
alto testigo del pequeño duelo
aro amarillo de luz y calor...
Descienden sus rayos, besan el suelo
y en esa lluvia de rubio consuelo
se gestan ciclos de nuevo esplendor.
febrero de 2002
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