lunes, 15 de diciembre de 2014

HOMBRE



Hombre de fuego, azúcar y trueno, 
me das miedo. 
Es tu avance tan sorpresivo y violento 
que apenas un gemido exhala mi garganta. 
Tu belleza es tosca, agreste y primitiva 
como un ser de diez mil años 
pero con jugos eternos, 
como un dios en la tierra, mortal aunque infinito. 
Embajador de la luna y también
 de la más oscura catacumba 
que duerme bajo mi tierra. 
Ser sin edad ni patria, sin moral, sin ética. 
Solo quiero tu agua, 
solo quiero tu fuego, 
que me sacien y me quemen, 
que me vuelvan todavía más valiente 
de lo que alguna vez quise ser. 
Altar de piedra acerada
veteado con tibio rocío, 
sudor que licúa la sangre, 
que despierta el hambre, enceguecida y bruta, 
hoy más que nunca se me muestra 
mi corazón femenino, 
tan partido e incoherente, 
pues quiero tu furia y tu gracia, 
tu resguardo y tu ataque; 
quiero confiar y temer, 
retrocederte y avanzarte, 
recibirte y expulsarte. 
¡Quiero amarte! 
de la manera en que se ama aquello 
que, por naturaleza, va y viene. 
Cómo esperas que te quiera 
siempre de la misma manera 
si continuamente te mueves; 
 no das el tiempo para asentarme 
y en esos vaivenes 
mi tierra explota. 
Te amo y te temo 
pétrea figura de brazos y piernas, 
de besos de azúcar, 
de manos en crisis, 
cosa bruta y frágil, 
masa dura y angulosa 
de líquidos, recuerdos 
miedos y locuras. 
Invítame a tu juego 
y luego, ten paciencia. 
No es fácil decidirse, 
tampoco lo es negarse; 
solo dame algo de tiempo 
para afilar mis uñas, 
ventilar la casa
 y quitar la mala hierba. 
Mientras tanto, 
piensa en la manera 
de no pisar mis flores. 
Tus pies no se acostumbran 
a esta clase de jardines
tan pequeños y graciosos, 
tan fáciles de pisar. 
Hombre de sol y de luna, 
te quiero hundido en mi cuerpo 
como una espada mortífera, 
te quiero levitando en mi alma 
como una pluma de ave.
 Te quiero a mi lado, inventando 
los oscuros cimientos 
de nuestro utópico, imposible
 y necesario lenguaje.

marzo de 2001

No hay comentarios:

Publicar un comentario