lunes, 27 de octubre de 2014

Un Cuento del Sr. MOG - Capítulo II: El abogado del diablo


http://www.agardenforthehouse.com/2011/12/house-tour-the-music-room/

(Fredric Wasson llegó al pueblo de Lovendale, un día antes de lo previsto para indagar un poco. Lo que averiguó es que la gente teme y odia a cualquiera que lleve el apellido Nahaum. Un jovenzuelo lo condujo a una casa lejos de la calle principal, donde trabó conocimiento con Samuel Marcus, abogado de Walter Nahaum Jr.)


    -Usted parece saber muchas cosas y yo ninguna. ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
    La figura alargó la mano.
   -Mi nombre es Samuel Marcus. Soy el abogado e íntimo amigo de Walter Nahaum Jr., el heredero de la casa Nahaum. Encantado de conocerle.
   Wasson le dio la mano. Al dar la mano a veces uno puede saber cosas de los demás. Algunos dicen que los ojos son la puerta del alma, pero Wasson había descubierto que mucho se puede saber de las personas simplemente por el modo en que dan la mano. No es ningún poder místico, solamente algo que había descubierto. La forma de dar la mano de Marcus era totalmente profesional y por lo tanto, inescrutable. Firme. Tenía la mano seca. Pudo apreciar la manicura en las uñas relucientes. Había vigor en el hombre. Eso era todo, todo lo que había podido ver.
   -¿Le parece si entramos?
  Marcus lo condujo por el hotel. En efecto estaba acondicionado como tal: alfombras rojas en el suelo de los corredores, una escalera de caoba. Las ventanas eran amplias y si bien la vista no era muy halagüeña, la iluminación diurna era estupenda. La luz del sol llegaba a todos los rincones.

 
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   -Este hotel perteneció a Silas Nahuam, el padre de Walter Nahuam, durante el esplendor de esta ciudad, por mediados del mil ochocientos. Un lugar fastuoso este hotel. Silas Nahuam mandó a construir una ópera y la visitaron intérpretes de gran talento. Los más viejos, que eran niños por aquel entonces, recuerdan el estreno de Lucia di Lammermoor de Donizetti. Si tiene oportunidad, visite el museo. Es pequeño, pero tiene fotos que se hizo tomar Silas en esa ocasión. Quizá le transmitan algo de la atmósfera de aquella época. Con suerte, esas visiones se cuelen en alguno de sus sueños -Marcus le guiñó un ojo, y prosiguió.


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-Pero tras la muerte del viejo Silas, Walter Nahuam tuvo bastantes problemas. Era diestro en los negocios y el aserradero seguía funcionando, pero... bueno, esos bosques ancestrales infundían miedo en la gente. A partir de un momento nadie quería cortar ni un árbol, mucho menos adentrarse en ese lugar umbrío. Y la población fue abandonando la ciudad que se fue convirtiendo en un pueblo. La casa de Opera se incendió y se desmoronó y allí se construyeron algunas casuchas donde los se mudaron los que no podían irse a otra parte. Y esa, mister Wasson, es más o menos la historia del pueblo de Lovendale.

 
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  Wasson lo miró.
  -No estoy seguro de entenderle. El tren sigue pasando y Lovendale no es un pueblo fantasma. ¿Qué sucedió luego?
  Marcus sonrió como esperando esa pregunta.
  -Cuánta perspicacia. Bueno, su trabajo para mister Nahuan Jr. será encontrar la respuesta a esa pregunta. Yo, bueno, solamente puedo decirle lo que se rumorea.  Que no es nada bueno.
  -¿Y qué se rumorea?
  -¿Usted cree en Dios?
  -Pues, si. El demiurgo. El origen y fuente de todas las cosas.
  -¿Y en el diablo?
  -No. No creo en él.
  Wasson se estremeció. Será un corriente de aire, pensó en ese momento. Y luego, si no creo en el diablo, ¿por qué me estremezco al mencionarlo?
  -Pero si existe un origen y fuente de todo, ¿acaso no deberá haber también un fin y sumidero de todas las cosas? ¿No sería también razonable que existiese el diablo? -pero antes que Wasson pudiera pronunciar una respuesta prosiguió-.  Bueno, la gente de por aquí cree en el diablo. O los diablos. O el diablo y su cohorte infernal. ¿Conoce el Pseudomonarchia Daemonum, de Johannes Weyer? ¿No? Bien, ya tendrá oportunidad de conocerlo porque hay una copia en la librería de Walter Jr... Weyer o Weir fue un místico renacentista, un ocultista y demonólogo, que escribió ese libro donde describe 69 demonios, los príncipes del infierno.
  -Disculpe, Mr. Marcus, pero si mi latin no me falla, la traducción del título de ese libro sería 'La falsa monarquía de los demonios', ¿no es verdad?
  -¡Cuánta perspicacia! ¡Cuánta perspicacia! Su talento nos ayudará. Debo admitir que Mr. Nahuam escogió bien al pensar en usted para este trabajo. Yo mismo me oponía, pero el insistió y lo incluímos en la lista.
  Wasson enarcó las cejas.
  -¿Es que hay más?
  -¿Cómo? Pensé que lo sabía. Otros seis especialistas se nos unirán en el día de mañana. Mr. Nahuam pensó que el trabajo podría exceder la capacidad de una sola persona. Por eso reunió quienes a su entender son las siete personas más versadas sobre este tema en América.
  -Pero usted no es americano. Por su acento.
 Wasson se arrepintió de haberlo mencionado. Pero Marcus sonrió, hizo un gesto restándole importancia.
 -Ciertamente soy americano. Pero de Canadá. En donde nací el idioma francés era más hablado que el inglés y, seguramente eso es lo que usted percibe en mi acento. Pero no se preocupe. Estoy al servicio de Mr. Nahuam Jr. con otros fines. Y mis habilidades, digamos, son bastante diferentes de las suyas.
 Marcus aprovechó la pausa para meter la mano en un bolsillo y sacar un reloj de oro.
  -Pero mire lo tarde que se ha hecho. Tengo una cita otra parte, así que deberé partir. Espero que su improvisado alojamiento le sea grato. Hasta mañana, mister Wasson.
  -Espere... ¿quiénes son los otros?
  -Hasta mañana, mister Wasson. Hasta mañana. 
  Con un gesto gracioso y paso de bailarín se alejó por un corredor, atravesó el vestíbulo y cruzó la puerta. Cuando esta se cerró de nuevo, Wasson pensó por un momento: así deben sentirse los muertos cuando son abandonados en las tumbas.

colaboración de
(continuará)

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