lunes, 25 de agosto de 2014

Por qué tejo



Empecé a tejer a los ocho años. Mi tía abuela Peca llegó a casa de mi abuela Lelela con un ovillo de lana y dos agujas largas y finas. Me enseñó los puntos básicos: “para arriba” y “para abajo”, el punto bobo o Santa Clara, y el Jersey.

Esas vacaciones comencé varios proyectos, y los terminó todos la Peca porque yo no lograba tener paciencia. A Lelela la veía coser, a mano o con la máquina, pero a mi me fascinaban las agujas de tejer.

Después me olvidé, o creí olvidar.

Desde la adolescencia y hasta después de la primera juventud, mi vida se centró en mi cabeza. Como casi todos los miembros de la sociedad en que nací, me vi forzada a elegir entre lo que yo creí Masculino (Razón, Actividad, Arriba, Poder ...) y lo Femenino (Superstición, Pasividad, Abajo, Sumisión ...). Decidí estudiar ingeniería (informática, ya que jamás me pude divorciar totalmente de mi amor por los lenguajes) aunque con el tiempo la abandoné. También comencé a practicar artes marciales.

A mis diecisiete años, un profesor rebelde de filosofía desobedeció el programa vigente para 5º año científico y encauzó el rumbo de mi mente hacia la mujer que ahora soy. Se salteó Kant, Descartes y Aristóteles y nos introdujo en la filosofía del budismo Zen.

Fui una adolescente solitaria, estudiosa pero dispersa, y autodestructiva. Odiaba mi posición de mujer, y más me odiaba a mi misma porque me gustaba ser mujer. Pero el Poder y la Libertad estaban en el lado del hombre, eso aparentaba ser muy claro para mi.

Sin embargo, después de mucho caminar y de aprender con el ensayo y el error, luego de pasar por algunos triunfos y cientos de fracasos, estoy de regreso por fin en la Casa de mi Abuela.

Me adueñé otra vez de las agujas, a las cuales siento como un símbolo de mi linaje materno, y se que no las voy a soltar nunca. Todavía no se bien cómo hice para recuperarlas, creo que de alguna manera coagularon todos los aprendizajes inconexos que recibí y tomé a lo largo del camino...


Lo único que puedo agregar es que nadie nos prepara para sentir y pensar la Vida como un equilibrio de fuerzas, entre las cuales están lo Femenino y lo Masculino. Todo el tiempo nos obligan a elegir y discriminar. El racionalismo nos come el cerebro como una religión más, la sociedad de consumo nos estimula a competir, acumular y vivir eternamente insatisfechos. A mi me llevó casi toda mi vida bajar de esa “calesita loca”. Todavía tengo pesadillas en donde vuelco mi miedo a subirme a ella otra vez.

Hay una simple frase que me ayuda siempre a no perder la fe: Crear es el único camino que nos lleva a la Felicidad. Resume en pocas palabras todo lo que he aprendido hasta ahora y por eso quiero compartirla, deseosa de que mi experiencia pueda servirle a alguien más.

Todo lo que hay en este blog está diseñado, desde el principio, para compartir. Y quiero ser sincera admitiendo que, más que por generosidad, es por necesidad. El Arte es estéril si no se entrega. Al igual que la fruta fresca guardada por demasiado tiempo, se pudre y regresa al lugar de donde salió: el fondo de la tierra.

Bienvenidos una vez más. Tomen lo que necesiten. Gracias.

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