sábado, 16 de octubre de 2010

Hone Onna 骨女


Hone Onna (mujer-hueso) es un personaje de la mitología japonesa. Hay escasa información en español acerca de ella y hoy mi pobre conocimiento del idioma japonés (el cual intento mejorar, día a día, con un enamoramiento que me sorprende) me lleva a escribir este pequeño ensayo con lo que pude recabar. Muy pocos occidentales la conocerán, excepto quienes hayan seguido la saga del anime Jigoku Shōjo.

Cuenta la leyenda que existió una mujer en Japón llamada Tsuyu, una artista tradicional (geisha) dueña de un encanto y una belleza perturbadores. Entre sus mayores talentos estaba el fabricar globos de papel, capacidad bastante inútil si se mira desde el punto de vista occidental. No hay que olvidar que la cultura japonesa, en general, es capaz de convertir el acto más simple y mundano en expresión artística. Tsuyu, por tanto, cautivaba con su pequeñas obras, las que sumadas a su hermosura la convertían en un ser muy especial.



Pero quiso el destino que su corazón puro se uniera al de un hombre malvado. Su novio, para saldar deudas, la vendió a un burdel. En ese  lugar, Tsuyu se hizo de una amiga: Kion, y su confianza llegó a ser tan estrecha que planearon huír juntas.

Poco antes de la huída Kion decide traicionarla, probablemente para conseguir algún privilegio dentro del burdel, y la entrega otra vez a su amante. Éste, como castigo ante su desobediencia, asesina a Tsuyu y tira su cadáver a un lago.



En el lago, su alma moribunda entra en comunión con otros hitodamas, a quienes suplica que la ayuden a no morir, ya que aquélla no sería una muerte digna (su cuerpo había comenzado a descomponerse dentro del agua y ya empezaban a asomarse algunos de los huesos de su rostro). Se apiadan entonces de ella y la convierten en un demonio (yōkai), quien es capaz de interactuar nuevamente en el mundo de los vivos,  pero con la capacidad de emular el atractivo aspecto que poseía cuando estaba viva.


Aún así, no puede desprenderse de su rencor y se interna en una sucesión de venganzas, tan infinitas como la muerte, en donde seduce a hombres desprevenidos con la ilusión de su antiguo encanto, para luego terminar enseñándoles su verdadero aspecto. Me pregunto qué es lo que hacía luego con ellos. Quizás se conformase simplemente con recrear el miedo y el desencanto que ella misma sintió alguna vez, para luego desaparecer.


Pero si en vida su alma se conservó pura, debió seguir así luego de su muerte.


viernes, 15 de octubre de 2010

ESPEJOS


  Me cortó el corazón,
él es un espejo,
se hizo pedazos,
estalló sobre mi.

Agudos cristales
de rojo vibraron,
me desentrañaron
hasta verme morir.

Al tiempo desperté,
fresca como siempre
de toda esa muerte
pero él seguía alli.

Dí cuántas veces
me debo partir
para descifrar
que él solo vive
desde y hacia mi.

¿Será que no hay
belleza alguna
por fuera de él
que me vuelva real?

Me abrí el corazón
con los puñales
de aquel espejo
pero aún así
no me pude hallar.

Solo existía él,
pobre de mi alma,
qué frío mirarlo
desde ningún lugar.

Solo miraba él,
el ojo perdido
en aquel vacío
donde debí estar yo.

Solo rasgaba él
mas no era su mano
la que sostenía
el trozo de cristal ...

setiembre de 2009